LA GUARDIA

Días de navegación, sin rumbo fijo. Tomo notas al azar mientras escucho la música radiofónica de los cayucos y de las bandas mafiosas. El boxeo, pienso, como una escuela de vida. La necesidad de mantener la guardia bien alta, siempre alerta, para evitar el golpe certero que nos envía de vuelta a la lona. En el ring (apuntan los informes) el estilo y la técnica cambia dependiendo de los protagonistas. El codo debe quedar situado, dicen, a una distancia intermedia entre puño y hombro, es decir, el brazo debe formar una V, que tenga un ángulo entre 30 y 45 grados, y en vertical. El puño debe quedar a la misma altura del hombro, sin contraer músculos. Pero la guardia de Joe Louis (apuntan los informes) no tiene nada que ver con la guardia de Max Baer, ni la de Henry Armstrong nada que ver con la de Ray Sugar Robinson. A fin de cuentas, cada uno levanta su defensa cuando puede y como puede, buscando quedar a salvo de las agresiones, perpetuándose y sobreviviendo. Porque bajar la guardia significa poner en peligro todo el trabajo (¡a estas alturas!). Porque la guardia baja significa una debilidad imperdonable en el ejercicio del amor, sí, pero también en el ejercicio del arte, en la práctica de la filosofía, en el centro del combate.
Días de navegación, sin rumbo fijo. Notas al azar y una fotografía de Ingeborg Bachmann. Escribió la escritora austriaca: "Yo también sé que hemos de permanecer dentro del orden, que uno no puede darse de baja de la sociedad, y nos hemos de poner a prueba el uno al otro. Dentro de los límites, sin embargo, nuestra mirada está puesta en la perfección, en lo imposible, inalcanzable, sea esto del amor, de la libertad o de cualquier otra constante pura. Es a través del antagonismo de lo imposible con lo posible que ampliamos nuestras posibilidades". Me quedo mirando la fotografía (ésta y otras fotografías de Ingeborg Bachmann) hipnotizado por el blanco y negro de los matices. Golpes habilitados, al fin y al cabo, por la imagen afilada de un simple gesto; restos de luz y sombra allí donde antes reinaba la nada. Y adivino que el combate también invita al registro gráfico, al documento. Su rostro o mi rostro ahora, o después de la pelea, asomándose al vértigo de la memoria fotográfica, mostrando las marcas de toda una biografía, insistiendo, una y otra vez, con la guardia alta o muy baja, lastimosamente baja.
2 comentarios
pini -
no hay quien pueda tolerar mantenerse en guardia en forma permanente, porque finalmente terminamos cediendo y pidiendo que el peligro que acecha, finalmente ataque y, de una vez por todas, se defina la cuestión.
vamos, dale, vení y batallemos, a ver quién queda.
si tenés que batallar, contá conmigo, puedo ser tu escudera.
Magda -
Que sabias las palabras de la escritora austriaca...
Un abrazo para ti.